lunes, 24 de marzo de 2008

EL VÉRTIGO A EDIFICAR EN ALTURA


Publicado en la Revista VOLUMENES 29_noviembre diciembre 06

El reciente estreno de la película World Trade Center protagonizada por Nicolas Cage sobre el 11 S abre nuevamente el recuerdo de aquel atentado. Cualquier memento para las víctimas y sus familiares es sin duda merecido y ese será el primer efecto de la producción cinematográfica. Sin embargo puede que también nos posicione en un previsible nuevo debate sobre la seguridad y la utilidad de la edificación en altura para el que debemos estar preparados.

Si consideramos las ciudades como organismos vivos, es fácil entender que es mejor que crezcan hacia arriba. La construcción en altura ya no es una rareza en el tejido urbano de las ciudades modernas. Es una tendencia que está en alza. Probablemente está considerado como uno de los avances técnicos más notables de las ciudades contemporáneas. Los edificios altos constituyen un signo de nuestro tiempo; un elemento representativo de la evolución tecnológica del sistema constructivo; una muestra del poder económico y social de una sociedad, y, por supuesto, una tipología necesaria para garantizar la densidad urbana sin desbordar la extensión de la ciudad.

La fuerza de la costumbre proporciona a las personas cierta seguridad a pesar de que las estadísticas demuestren lo contrario. Un claro ejemplo son las campañas de la Dirección General de Tráfico que nos recuerdan sin cesar el número de victimas en carretera pero seguimos siendo más reacios a volar que a conducir. Es una opinión extendida considerar más arriesgado desplazarse en avión que en coche. Probablemente la proliferación de las compañías aéreas de bajo coste harán que esa "arriesgada novedad de volar", pronto se convierta en algo acostumbrado y, por tanto, más seguro para las usuarios. Continúa...



En edificación pasa algo parecido. Vivir o trabajar en altura a algunos les produce cierto miedo. Ahora bien, los riesgos de estas construcciones están tan minimizados por las exigentes disposiciones de seguridad que las estadísticas de los siniestros resultan muy favorables a estas estructuras. En todas las ciudades en las que existen edificios de más de 130 metros de altura, no se conoce ningún incidente relevante relacionado con el fuego o con la seguridad en ellos. Solo falta que las disposiciones urbanísticas también se pongan de su parte - haciendo esa misma labor que en el transporte aérea hacen las "compañía de bajo coste"- facilitando su implantación en las ciudades tradicionales.

El desarrollo en altura al que hacemos referencia no tiene nada que ver con lo que sucede en Asia, Oriente o Sudamérica, donde el afán de verticalidad llega hasta los 705 metros en el Burj Dubai o a los presumibles 710 metros de la Torre Noida en Nueva Delhi. Nosotros trabajamos con otra escala, con el llamado "rascacielos europeo". Se trata de edificaciones que están dentro de un esquema mucho más moderado (25 ó 30 plantas) que no pretenden dar cuerpo monumental a la voluntad política ni convertirlos en iconos del poder patrimonial sino tan solo llegar a unos discretos 120 metros. Eso sí, en vertical.

La ingeniería y el diseño arquitectónico han hecho grandes progresos. Hoy es posible multiplicar por un número muy grande de veces la cantidad de espacio construido que puede producirse en un mismo espacio físico.

Los materiales empleados en la construcción no presentan ningún problema para alcanzar esas alturas. El acero el hormigón y los nuevos hormigones de alta resistencia han demostrado que junto a un buen diseño estructural están preparados para alcanzar el nivel de seguridad exigido.

Los problemas estructurales ya no lo son tanto. Ni la resistencia de los soportes, ni la estabilidad frente al viento, ni la rigidez necesaria para garantizar la habitabilidad aún en zonas de alta actividad sísmica son problemas que hoy día compliquen el diseño constructivo. Se puede optar por una solución de núcleo rígido de hormigón de dimensiones reducidas sobre el que se carga la totalidad del peso de la estructura mediante vigas que suelen coincidir con las entreplantas de servicios o emplear una estructura convencional de pórticos rígidos tanto de acero como de hormigón.

Tampoco es ya un problema el diseño de las instalaciones. Un sencillo desarrollo segmentado en altura para evitar presiones imposibles soluciona las instalaciones hidráulicas. La acción del fuego debe ser controlada por un lado con un detallado estudio de evacuación por vías que deben permanecer seguras, con una estructura que pueda resistir las altas temperaturas durante varias horas y por último con medios de extinción de incendios suficientes como para combatir el fuego sin ayuda externa en el caso de que los criterios de detección y alarma de extinción temprana no hayan servido para combatir el incendio en el momento de su inicio.

Una vez superadas las limitaciones técnicas me centraré en otros aspectos también interesantes de estos edificios. La tendencia especulativa hacia la alta densificación de las áreas urbanas centrales, con inclusión de edificios altos, sin analizar el impacto de esa planificación indiscriminada, contribuye a desmejorar y generar conflictos en la ciudad. Cualquier actuación por pequeña que sea no debe verse de forma aislada.

El tejido urbano es muy sensible y una equivocación en el diseño urbano sería rechazada por la propia ciudad provocando un colapso en el crecimiento difícilmente reparable. Sin embargo hoy en día nuestras administraciones públicas están más cerca de la posición contraria y siguen repitiendo modelos de crecimiento tradicionales en zonas de expansión de las ciudades guiados por un planteamiento de simple repetición urbana sin más criterio que los beneficios económicos.

Esta opción de la densidad más alta en los espacios residenciales y de trabajo es una posibilidad que soluciona problemas de territorio porque se obtiene una gran cantidad de superficie útil en un espacio de suelo reducido. Además propicia terreno para superficie verde, reduce la necesidad de poseer vehículos favoreciendo el uso de los transportes verticales; acorta el desplazamiento urbano porque disminuye la necesidad de los recorridos adicionales entre los edificios; controla la demanda de zonas de aparcamiento y reduce el consumo energético derivado del uso del transporte.

A pesar de todo no se puede justificar el edificio en altura por el simple hecho de singularizar la ciudad. Es necesaria una reflexión urbana, seria y profunda, en la que se analice también con distintos criterios (económicos, medio ambientales, sociológicos y por supuesto urbanos), todas esas soluciones edificatorias sin excluir ninguna.

Por eso, el reto para los próximos años es saber desarrollar un urbanismo que permita integrar estos edificios en distintas zonas de la ciudad alejados de los centros históricos pero manteniendo la identidad urbana del conjunto y unas condiciones de habitabilidad similares al resto de la ciudad.

Jaime Vergara Muñoz
Arquitecto

1 comentario:

Unknown dijo...

que buena pagina , me da vertigo leerla.
ya te hare sugerencias
agur