viernes, 20 de febrero de 2009

Una arquitectura sin olvido



Publicado en Volúmenes nº 41. enero-febrero 09
En la última Bienal de Arquitectura Española, quedó finalista un edificio de Granada obra de Elisa Valero Ramos: el Centro Social Polivalente en Lancha del Genil. Es sencillamente una pequeña nave, como la de Colón, que tomó forma, navegó con ímpetu desde el Mediterráneo y, conquistó todo el Nuevo Continente.

Hay muchas ideas que no caben en este artículo ni tampoco pretendo escribirlas todas. Escribir sobre arquitectura es siempre un fracaso. El lenguaje resulta limitado con respecto a aquello que pretende: la representación sensible de lo infinito. Si además de hablar de la obra, intento dar a conocer al arquitecto, el mejor modo de comenzar el artículo es pidiendo perdón. Disculpe el lector el tono alegórico de algunas afirmaciones, en la aproximación al estudio de esta arquitecto.


Elisa Valero Ramos es arquitecto por la E.T.S.A de Valladolid. Premio Extraordinario Fin de Carrera y Premio al mejor Expediente Académico de la Universidad de Valladolid. Recibió la Beca de la Academia de España en Roma, prestigiosa institución fundada en 1873 que ha desarrollado un papel fundamental en la formación de muchas generaciones de artistas e intelectuales españoles. Allí también estuvieron arquitectos destacados como Rafael Moneo, Juan Navarro Baldewg o Luis Moreno Mansilla.

Hija de madre pintora. De ella heredará una fina intuición y esa perspicaz mirada para hacer de la luz, su principal materia prima. Doctora Arquitecto por la Universidad de Granada precisamente con una tesis sobre el análisis de la luz en el proyecto de arquitectura.

Nada más terminar la carrera realizó una estancia en México. Allí recibe su primer encargo. La restauración del Restaurante Manantiales, obra del prestigioso arquitecto Félix Candela. Se aproxima al proyecto, lo estudia y espera. Durante un paseo por la ciudad de Xochimilco, se detiene en un mercadillo de frutas que llevan un matrimonio joven con sus 3 hijos. Allí descubre el calor de lo cóncavo y la lozanía de lo espontáneo. Son espacios pobres en materiales pero ricos porque apuestan por una belleza doméstica que a estas alturas de siglo aparece como una provocación. Entiende sin más que su intervención en Manantiales debe ser un trabajo que devuelva a la obra su valor original. Que siga enraizada en su tierra y en su propio lugar. Así serán siempre sus intervenciones en el Patrimonio.



Su arquitectura brota del ámbito de lo concreto y lo individual de la reflexión; de las circunstancias y personas que realizan el encargo. En su obra, no se reconocen características formales comunes. Tan sólo se advierte un dualismo perfectamente articulado, con un anverso grávido y un reverso de luz que apuntan en la misma dirección. Muy cercana al cliente. Según nos dice “el proyecto no debe ser en ningún caso el armazón hermético que protege al arquitecto del resto del mundo, abriendo un abismo insalvable entre él y el cliente. El arquitecto es un profesional al servicio de la sociedad que humaniza el trozo de mundo que le corresponde”.



Continúa...
Para Valero Ramos el dominio del lenguaje arquitectónico es requisito, no meta. Los materiales, los sistemas constructivos que emplea son siempre resultado de un meditado y acertado proceso creativo. Es ordenada y práctica. Trabaja con una desconocida soltura intelectual de discurso fluido, con metros y acentos perfectamente pulidos. En su estudio se dan cita de manera continua intelectuales de todo tipo. Habla de pintura manejando la forma y el color; de poesía con las palabras y el ritmo; de escultura con materiales y volumen; de arquitectura con el ejemplo de su trabajo.


Mantiene la máxima que la arquitectura es una importante vía de expresión cultural. Tiene 5 libros publicados y varios proyectos de investigación. Realizó un Master en Restauración Arquitectónica que le sirve para intervenir con delicadeza extrema en la Granada Histórica. Y da clase como Profesora Titular de Proyectos Arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de Granada. Actualmente su trabajo de investigación se dirige hacia los reciclajes urbanos y la recualificación del tejido residencial para un desarrollo sostenible.


Todo este proceso intelectual y académico no la apartan de su estudio. Recibe encargos, proyecta y construye manteniendo una alta calidad en su trabajo. La arquitectura de Valero Ramos no es una ciencia estricta ni meramente estética, “es un arte necesario que surge de la conexión entre la libertad del creador y el compromiso de quien sirve”. En la Guardería y comedor municipal en los Mondragones (Granada, 2006), consigue transformar lo lúdico en épico; lo relativo en absoluto en la casa San Isidro (Granada, 2003); lo defectuoso en perfecto cuando restaura una obra de Félix Candela en Mexico; y lo mudable en eterno con la delicada restauración de la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias (Granada, 2003).

Entre las obras más destacada se encuentran el Restaurante Camaura en el Camino de Purchil; la restauración de un Palacio del Siglo XVIII en el Albayzín; Casa Salazar en Alhaurín de la Torre; 8 viviendas de protección pública en Cuevas del Becerro; la vivienda VM en Pola de Siero en Asturias; y la reconversión de una parte del edificio militar de los Mondragones en una guardería municipal.



Este último trabajo en la Ribera del Beiro es de tintes mediterráneos. Usa el muro blanco, austero y elegante con un acertado manejo de la luz. Es una intervención que se adapta a lo preexistente y crea en su interior un universo de espacios memorables. La fachada se recorta para dar lugar a unos paneles lacados en colores diversos que se separan del muro para permitir un acceso tangencial al patio de espera de la guardería. El proyecto se ordena en bandas, de Este a Oeste se sitúan los espacios para el personal, oficinas y cocina. A continuación el corredor, rematado por un patio, la banda de baños y las aulas. Las clases se caracterizan por tener una doble iluminación, ventanas altas por donde el sol de la mañana entre filtrado en verano por las hojas de árboles de la Ribera del Beiro y cristalera corrida al Oeste protegida por una marquesina de hormigón y abierta a un jardín de albero en la que aparece la vegetación como protagonista.

Hace 13 años que está al timón de su estudio. En todo este tiempo ha aprendido a navegar con su arquitectura apuntando hacia la belleza de lo cotidiano. Contempla la Naturaleza con asombro y agradecimiento. Se esfuerza en cada trabajo por hacer habitable el entorno, reconstruyendo esa unidad original de la que todas las cosas proceden. Considera la existencia como un don inmerecido y muy probablemente sea esta la causa de la serena alegría que emana en todas sus obras.

Pienso que Elisa Valero es de esos arquitectos a los que no les preocupa que a sus obras las devore el olvido. Pertenece sin más a ese grupo de arquitectos que han aprendido que las cosas más trascendentales se hacen en voz baja, pero quedan para siempre.
Jaime Vergara Muñoz

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