Pensamiento, diseño y construcción
Hace unos días sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias inauguraron en Granada dos obras singulares, la NUEVA SEDE DE LA CAMARA DE COMERCIO, INDUSTRIA Y NAVEGACIÓN y la ampliación del PARQUE DE LAS CIENCIAS. Los dos trabajos fueron realizados por el estudio Jiménez Brasa.
Hace unos días sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias inauguraron en Granada dos obras singulares, la NUEVA SEDE DE LA CAMARA DE COMERCIO, INDUSTRIA Y NAVEGACIÓN y la ampliación del PARQUE DE LAS CIENCIAS. Los dos trabajos fueron realizados por el estudio Jiménez Brasa.
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Eduardo Jiménez y Yolanda Brasa son matrimonio en la vida real y pareja en lo profesional. Arquitectos por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Desarrollan su actividad profesional a través de JIMENEZ BRASA Arquitectos desde 2001, en Granada. Llegan cada mañana a su estudio de Calle San Antón en bicicleta. El lleva un ligero chubasquero y ella una sencilla mochila. Son puntuales, organizados y precisos. Ella marca el tiempo y él pone la intensidad. Él pone el entusiasmo y ella lo dota de realidad.
Trabajan en perfecta sintonía. Casi se podría decir que emplean un idioma propio, lleno de silencios, miradas, signos y tonos. Un lenguaje que solo ellos entienden. Quizá porque navegan juntos y, en el mar sobran las palabras.
Les gusta viajar porque han descubierto que la arquitectura es la gramática del mundo, la escritura sorda que el arquitecto percibe sobre el fondo ambiguo de las cosas. No se contentan con conocer. Tienen el espíritu de conquista de los grandes personajes que descubren nuevas tierras para poder cederlas a otros.
Poseen una profesionalidad que impresiona profundamente, por la coherencia de sus ideas y por el buen desarrollo de su trabajo. En cada obra ponen a prueba la fuerza de las ideas arquitectónicas defendiendo la unidad de sus propuestas. Testarudos en la exigencia de la calidad de los materiales y sensibles a la autocrítica. No saben estar ociosos. Son conscientes que el tiempo pronto será memoria y hay que vivirlo sin reservarse nada. Estudian, trabajan, investigan nuevos modos de crear espacios que puedan dar felicidad al hombre, sin negar la belleza.
La arquitectura de Jiménez-Brasa es estricta, correcta, medida, sugerente, en ocasiones mágica y, sobre todo es el resultado de 20 años trabajando sin otro interés, ni otra pasión, que la bondad arquitectónica. Usan un lenguaje arquitectónico mesurado, que hace que lo que es verdaderamente difícil parezca fácil. El premiado edificio de la Escuela de Gerencia es buena muestra de ello. Silencioso donde el ruido forma parte del entorno. Es agradable en sus formas y preciso en su programa. De impecable lógica geométrica y exacta definición funcional. Consiguen en este proyecto una inserción en la periferia de la ciudad que lo convierten en un verdadero hito mágico y abstracto, capaz de suscitar a la vez identificaciones emotivas y emociones estéticas.
Son muy exactos en sus explicaciones y claros en sus exposiciones, para nada barrocos. Encarnan la nuevas exigencias que la sociedad del siglo XXI plantearán a los arquitectos del mañana. Cabales en sus explicaciones, no necesitan recurrir a expresiones indescifrables que nos alejan de la realidad de la arquitectura; ni encarnan esa equivocada imagen del arquitecto bohemio que anda a la caza de imágenes y sentimientos. Creen en las horas del trabajo bien hecho y en el esfuerzo diario. Son veraces con sus clientes, con sus compromiso y con su tiempo.
Continúa...
Parque de las Ciencias
La obra más conocida es la ampliación del Parque de las Ciencias. Resultado de un concurso abierto fallado en febrero de 2003 que gana el equipo formado por Carlos Ferrater Lambarri, Eduardo Jimenez Artacho y Yolanda Brasa Seco.
El proyecto plantea la construcción de una única cubierta con leves inflexiones, que se asemeja a una mano abierta bajo la que se alojan las diferentes piezas del programa - Macroscopio, Biodomo, Tecnoforo, Ciencias de la Salud, Al Andalus, auditorios y espacios para exposiciones temporales y permanentes- entrelazadas en un continuo espacial. Una "caja enigmática", como definen ellos mismo el proyecto, que se desvela sólo a medida que se recorre. Su silueta se corona con un sobrio perfil horizontal que recuerda el macizo mineral de Sierra Nevada sobre la tranquila ciudad de su entorno.
Se puede decir que esta 4ª ampliación del Parque de las Ciencias tiene carácter propio. Se aleja favorablemente de las otras piezas construidas para adoptar una discreta posición. Subordina la visibilidad de la arquitectura al protagonismo de la ciudad. Se agradece sin duda que no sea un proyecto locuaz como esas otras arquitecturas modernas tan de moda. Es correcto y adecuado.
Continúa...
Parque de las Ciencias
La obra más conocida es la ampliación del Parque de las Ciencias. Resultado de un concurso abierto fallado en febrero de 2003 que gana el equipo formado por Carlos Ferrater Lambarri, Eduardo Jimenez Artacho y Yolanda Brasa Seco.
El proyecto plantea la construcción de una única cubierta con leves inflexiones, que se asemeja a una mano abierta bajo la que se alojan las diferentes piezas del programa - Macroscopio, Biodomo, Tecnoforo, Ciencias de la Salud, Al Andalus, auditorios y espacios para exposiciones temporales y permanentes- entrelazadas en un continuo espacial. Una "caja enigmática", como definen ellos mismo el proyecto, que se desvela sólo a medida que se recorre. Su silueta se corona con un sobrio perfil horizontal que recuerda el macizo mineral de Sierra Nevada sobre la tranquila ciudad de su entorno.
Se puede decir que esta 4ª ampliación del Parque de las Ciencias tiene carácter propio. Se aleja favorablemente de las otras piezas construidas para adoptar una discreta posición. Subordina la visibilidad de la arquitectura al protagonismo de la ciudad. Se agradece sin duda que no sea un proyecto locuaz como esas otras arquitecturas modernas tan de moda. Es correcto y adecuado.
El proyecto de 33.000 metros cuadrados construidos es más ciudad que edificio. Y no sólo porque su formidable escala pueda albergar el ajetreo multitudinario de los visitantes, sino porque proporciona espacios en los que moverse con gran libertad, total accesibilidad y continuidad. Descubrir, entre múltiples opciones, los posibles recorridos, transformará al usuario en ese sujeto, interesado y curioso, que asume un papel activo.
La organización espacial es completa. La idea de una "caja enigmática" despierta la curiosidad y muestra matizadamente su interior como una invitación a ser recorrida en prolongación con el espacio de la calle.
Un plano continuo plegado flota a diez metros de altura sustentado por la estructura de las grandes cajas principales del programa, definiendo en sus intersticios el gran espacio del vestíbulo, referencia permanente de los recorridos interiores y exteriores, subrayado por la luz rasante de las aberturas de fachada y enfatizado en el núcleo del edificio por la gran fisura acristalada que identifica el Parque a escala metropolitana.
La principal función de este vestíbulo será conducir y orientar al visitante en el conjunto; recibe los flujos desde la plaza de acceso y el espacio verde inmediato al río y los pone en relación con los grandes espacios abiertos ya en el interior del recinto: el Bosque de los sentidos y la plaza del Observatorio.
El vacio entre las piezas construidas del recinto se propone como un nuevo pabellón temático al aire libre que estructurado desde la idea del Bosque de los sentidos sirva de pieza de enlace entre todas las fases y contenidos del Parque. En la configuración de este "interior a la intemperie" cumple una importante función el Biodom, como la pieza que define una nueva fachada y recompone uno de los bordes más importantes de la parcela.
Piezas programáticas apropiadas intensifican en los bordes la porosidad del conjunto: minicines, cibercafé, ciberteca, áreas comerciales... se disponen en continuidad con la plataforma de espacio verde público que se constituye en vestíbulo de la galería cultural, desde la que también se puede ingresar en el Macroscopio y el resto del Parque. La accesibilidad es una premisa básica de todo el sistema de circulaciones.
El pabellón "Las ciencias en al-Andalus" contribuye, desde su clara identidad dentro del conjunto, a potenciar el carácter interactivo entre la ciudad y el Parque. La luz es el argumento que organiza los espacios. Cuatro patios ordenan el interior configurando una base flexible para la organización temática. Un espacio continuo y fragmentado a la vez que se aborda desde el vestíbulo del Macroscopio, como uno más de los pabellones temáticos, y que a la vez mantiene la posibilidad de un acceso directo desde los espacios libres en la fachada del río, en los que amplia sus zonas expositivas al aire libre.
Con este proyecto se entiende la filosofía de Jimenez-Brasa: un arquitectura con misión al mismo tiempo creativa y ética, comprometida con la enorme responsabilidad de participar en la configuración del entorno para el despliegue de nuestra vida nuestra y de las generaciones venideras.
Cámara de Comercio
Con esta obra vuelven a sorprender. Su razón de ser fundamental es cumplir eficientemente con el uso al que está destinado sin imposiciones urbanas. Mezclan circunstancias proyectuales y consiguen un magnifico resultado. Aportan riqueza al territorio. Generan un lenguaje constructivo y visual que beneficia a todo ese trozo de ciudad.
Un edificio de marcado carácter y complejo programa, en el que abordan una interesante relación con el lugar. Marcan con claridad el acceso principal al recinto en la confluencia de las dos avenidas principales. La entrada se realiza a través de un plataforma elevada dos metros sobre la cota de la calle, a modo de podium, que sustenta piezas de diverso carácter que enfatizan, por sus cualidades materiales y volumétricas la presencia de un edificio de uso publico en un tejido básicamente residencial.
Una de estas piezas asume, por su mayor altura, la expresión a nivel urbano del conjunto. Contiene los usos estrictamente de gestión y representación de la entidad, y está acompañada de otros dos cuerpos mas bajos que colonizan y estructuran el resto de usos en la extensa parcela: salón de actos y edificio destinado a los usos mas públicos.
El uso de la luz será esencial en la configuración del espacio. Emplearán un “sistema de vestíbulos enlazados” que organiza el Proyecto en los que se percibe la presencia matizada de la luz natural a través de los distintos patios y los lucernarios, construyendo una red de miradas cruzadas entre las estancias para el trabajo.
El singular cromatismo del edificio –blanco, negro- que aportan los materiales constructivos usados ( la plataforma es de hormigón y piedra de Filita, ambos en tonalidad gris antracita, y los paneles de fachada son de hormigón blanco) singularizan el edificio en un entorno construido en el que dominan los ocres y amarillos en fachadas y las tejas cerámicas en cubiertas. Buscan la sencillez en la austeridad de los colores.
El espacio interior prolonga en parte esta filosofía pero por motivos diferentes. La luz natural trabaja bien derramada por paramentos blancos y es capturada por el suelo negro. Hacen nítidos los espacios que sin duda el propio uso los dotará de vida y colorido.
Un contenedor definido con registros escuetos y contundentes: Luz, Blanco y Negro.
...
Siempre establezco como premisa indiscutible que la buena arquitectura ha de ser verdadera. Sin embargo sé, que no hay ningún método científico que nos permita verificar la dosis de verdad que hay en unos espacios construidos. Valga para ello la intuición y valga la vida misma para poder afirmarlo o desmentirlo. Si no vayan a verlo.
Granada 17 de noviembre de 2008
Jaime Vergara Muñoz
La organización espacial es completa. La idea de una "caja enigmática" despierta la curiosidad y muestra matizadamente su interior como una invitación a ser recorrida en prolongación con el espacio de la calle.
Un plano continuo plegado flota a diez metros de altura sustentado por la estructura de las grandes cajas principales del programa, definiendo en sus intersticios el gran espacio del vestíbulo, referencia permanente de los recorridos interiores y exteriores, subrayado por la luz rasante de las aberturas de fachada y enfatizado en el núcleo del edificio por la gran fisura acristalada que identifica el Parque a escala metropolitana.
La principal función de este vestíbulo será conducir y orientar al visitante en el conjunto; recibe los flujos desde la plaza de acceso y el espacio verde inmediato al río y los pone en relación con los grandes espacios abiertos ya en el interior del recinto: el Bosque de los sentidos y la plaza del Observatorio.
El vacio entre las piezas construidas del recinto se propone como un nuevo pabellón temático al aire libre que estructurado desde la idea del Bosque de los sentidos sirva de pieza de enlace entre todas las fases y contenidos del Parque. En la configuración de este "interior a la intemperie" cumple una importante función el Biodom, como la pieza que define una nueva fachada y recompone uno de los bordes más importantes de la parcela.
Piezas programáticas apropiadas intensifican en los bordes la porosidad del conjunto: minicines, cibercafé, ciberteca, áreas comerciales... se disponen en continuidad con la plataforma de espacio verde público que se constituye en vestíbulo de la galería cultural, desde la que también se puede ingresar en el Macroscopio y el resto del Parque. La accesibilidad es una premisa básica de todo el sistema de circulaciones.
El pabellón "Las ciencias en al-Andalus" contribuye, desde su clara identidad dentro del conjunto, a potenciar el carácter interactivo entre la ciudad y el Parque. La luz es el argumento que organiza los espacios. Cuatro patios ordenan el interior configurando una base flexible para la organización temática. Un espacio continuo y fragmentado a la vez que se aborda desde el vestíbulo del Macroscopio, como uno más de los pabellones temáticos, y que a la vez mantiene la posibilidad de un acceso directo desde los espacios libres en la fachada del río, en los que amplia sus zonas expositivas al aire libre.
Con este proyecto se entiende la filosofía de Jimenez-Brasa: un arquitectura con misión al mismo tiempo creativa y ética, comprometida con la enorme responsabilidad de participar en la configuración del entorno para el despliegue de nuestra vida nuestra y de las generaciones venideras.
Cámara de Comercio
Con esta obra vuelven a sorprender. Su razón de ser fundamental es cumplir eficientemente con el uso al que está destinado sin imposiciones urbanas. Mezclan circunstancias proyectuales y consiguen un magnifico resultado. Aportan riqueza al territorio. Generan un lenguaje constructivo y visual que beneficia a todo ese trozo de ciudad.
Un edificio de marcado carácter y complejo programa, en el que abordan una interesante relación con el lugar. Marcan con claridad el acceso principal al recinto en la confluencia de las dos avenidas principales. La entrada se realiza a través de un plataforma elevada dos metros sobre la cota de la calle, a modo de podium, que sustenta piezas de diverso carácter que enfatizan, por sus cualidades materiales y volumétricas la presencia de un edificio de uso publico en un tejido básicamente residencial.
Una de estas piezas asume, por su mayor altura, la expresión a nivel urbano del conjunto. Contiene los usos estrictamente de gestión y representación de la entidad, y está acompañada de otros dos cuerpos mas bajos que colonizan y estructuran el resto de usos en la extensa parcela: salón de actos y edificio destinado a los usos mas públicos.
El uso de la luz será esencial en la configuración del espacio. Emplearán un “sistema de vestíbulos enlazados” que organiza el Proyecto en los que se percibe la presencia matizada de la luz natural a través de los distintos patios y los lucernarios, construyendo una red de miradas cruzadas entre las estancias para el trabajo.
El singular cromatismo del edificio –blanco, negro- que aportan los materiales constructivos usados ( la plataforma es de hormigón y piedra de Filita, ambos en tonalidad gris antracita, y los paneles de fachada son de hormigón blanco) singularizan el edificio en un entorno construido en el que dominan los ocres y amarillos en fachadas y las tejas cerámicas en cubiertas. Buscan la sencillez en la austeridad de los colores.
El espacio interior prolonga en parte esta filosofía pero por motivos diferentes. La luz natural trabaja bien derramada por paramentos blancos y es capturada por el suelo negro. Hacen nítidos los espacios que sin duda el propio uso los dotará de vida y colorido.
Un contenedor definido con registros escuetos y contundentes: Luz, Blanco y Negro.
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Siempre establezco como premisa indiscutible que la buena arquitectura ha de ser verdadera. Sin embargo sé, que no hay ningún método científico que nos permita verificar la dosis de verdad que hay en unos espacios construidos. Valga para ello la intuición y valga la vida misma para poder afirmarlo o desmentirlo. Si no vayan a verlo.
Granada 17 de noviembre de 2008
Jaime Vergara Muñoz
1 comentario:
Excelente entrada, excelentes arquitectos y mejores personas.
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